Más allá del impacto físico, el vitíligo también impacta en la salud mental de quienes lo padecen debido a los prejuicios y la discriminación social.

De hecho, más de la mitad de las personas con vitíligo declaran haber sido diagnosticadas de algún trastorno mental, como depresión o ansiedad. En concreto, una de cada tres es diagnosticada de depresión, mientras que tres de cada diez personas con vitíligo tienen ansiedad.

Vitíligo: discriminación y prejuicios

El vitíligo es una enfermedad crónica autoinmune que se caracteriza por la aparición de manchas blancas en la cara y en otras partes del cuerpo. Esto repercute en la imagen de las personas con vitíligo, los cuales de forma habitual son estigmatizadas. Y esto afecta a su vida personal, familiar y laboral.

Por tanto, más allá de las secuelas físicas, el vitíligo tiene un importante impacto emocional en las personas que lo padecen. A diario, se enfrentan al estigma social y la discriminación.

Y es que el vitíligo, pese a no ser una enfermedad grave, ya que no pone en riesgo la vida de la persona, tiene una importante repercusión en la calidad de vida. El cambio constante que se produce en el cuerpo debido a la despigmentación, más allá de la estética, afecta mentalmente. En este sentido, la adolescencia suele ser la peor etapa, y muchas personas con vitíligo tienen que escuchar calificativos como vaca lechera o dálmata, lo que contribuye a la baja autoestima y al aislamiento social.

El día a día con vitíligo

Más del 40% de las personas con vitíligo ven alterada su vida cotidiana. Esto puede afectar al estado anímico. Miedo e incertidumbre ante el diagnóstico y la evolución de la enfermedad, pero también tristeza, vergüenza, inseguridad o rabia son algunos de los sentimientos que experimentan muchas personas con vitíligo.  Es normal. Sin embargo, afecta profundamente a la calidad de vida de quienes lo padecen.

Actividades tan cotidianas como elegir ropa, ir a bañarse a la playa o a la piscina, asistir a fiestas o eventos, acudir al gimnasio, etc. se convierten en un reto para las personas con vitíligo y les provocan estrés. Es frecuente que sean señalados o todo el mundo se fije en ellos.  Incluso, sigue habiendo también falsos mitos sobre esta enfermedad como, por ejemplo, que es contagiosa, lo cual lleva al rechazo y es difícil lidiar a diario con esto.

Así, según un estudio internacional reciente:

• 1 de cada 3 personas con vitíligo dijo haber visto afectado su bienestar emocional.
• Casi 3 de cada 5 afirmaron que el vitíligo tiene un efecto negativo en su autoestima.
• 1 de cada 2 estaban preocupados por la progresión de la enfermedad.

Bienestar emocional, ¿qué puedes hacer?

El vitíligo es más que una condición de la piel. Cada persona que vive con esta enfermedad tiene una historia diferente. Tu piel cambia, pero sigues siendo tú. El vitíligo no debería definirte ni limitarte, si bien el tiempo te ayudará a procesar el diagnóstico y a saber lo que implica.

Todas las emociones que experimentes son válidas y te van a ayudar a aceptar y afrontar la enfermedad. No obstante, ¿qué puedes hacer?

• No minimizar las emociones.
• Consultar con un especialista.
• Hablar con otras personas con vitíligo.

Fomentar una sociedad inclusiva y respetuosa

Las personas con vitíligo más que juicios necesitan comprensión. Es clave que el resto de la sociedad sepa qué es el vitíligo, es decir, que se visibilice que la piel de las personas con vitíligo está sana. Lo único que ocurre es que los melanocitos, que son las células encargadas de la producción de melanina y, por tanto, responsables del color de la piel/pelo/mucosas, dejan de ejercer su función por una cuestión genética o inmunológica.

En definitiva, es necesario más conocimiento y concienciación sobre esta patología para favorecer la inclusión y la aceptación de las personas con esta condición de la piel. Y es que, aunque afecta a personas de todas las edades, etnias y géneros, sigue siendo una condición poco comprendida.

ES/VI/NP/25/0006 (Fecha de elaboración: abril 2025)